Este maravilloso libro llego a mis manos de forma inesperada: me lo recomendó una amiga y decidí leerlo. Al empezar, pensé que sería una historia común y monótona, sin nada que la hiciera destacar lo más mínimo del resto. Pero según iba devorando sus mágicas e hipnotizantes páginas, me di cuenta de que estaba completamente equivocada.
Esta novela, nos cuenta la historia de Saria, una niña afgana de nueve años con una vida demasiado difícil. Es rubia, con ojos azules, y con la piel blanca y delicada como la porcelana, lo que hace que la gente la desprecie y la llame “khrami” (bastarda). Saria vive en paz junto con su familia hasta que un día, Ramin, un hombre muy cruel y fiel seguidor del grupo Talibán, decide irrumpir en sus vidas arrasando con la escasa felicidad de la familia a su paso. Su suerte cambia radicalmente cuando conoce a Laura, una médica española.
De este libro me ha encantado el espíritu de superación que tiene Saria a pesar de tener nueve años, ya que sabe salir adelante no importa lo que ocurra.
Una parte que me afecta y entristece mucho del libro es la relación de Saria con su madre. Saria se esfuerza mucho por ser una buena hija, e intentar hacer que se sienta orgullosa de ella. Sin embargo, eso no será una tarea fácil…
La historia te deja ver el mundo desde los ojos de una tierna niña que te cuenta su experiencia y describe a la perfección la injusta situación de las mujeres en Kabul, de manera inocente. Mientras lees te sientes impotente al saber que por mucho que sigas leyendo, no puedes cambiar nada. Es una de las novelas más duras que he leído, y aun así, es uno de mis libros favoritos. Por eso, se lo recomiendo a todo el mundo que tenga interés en conocer otras culturas, ver qué ocurre en el mundo. La novela me ha hecho darme cuenta de qué cosas realmente tienen valor y qué cosas carecen de él; pero sobre todo, me ha hecho reflexionar, y eso es algo que escasos libros pueden conseguir.
Andrea Lobo Martin 3ºC
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